Deuteronomio 6:5

“Amarás a Jehová, tu Dios, de todo tu corazón, de toda tu alma y con todas tus fuerzas”.

Macro of working bee on honeycells.

Las abejas dependen de una buena memoria de sus alrededores para hacer los miles de viajes necesarios para mantener a su colmena en operación.  Cada día una sola abeja debe viajar a cientos de flores, algunas tan lejos como un kilómetro y medio de la colmena.  Los científicos por mucho tiempo se han cuestionado cómo la pequeña abeja puede recordar lo que podrían ser docenas de kilómetros cuadrados de territorio.

Cuando una abeja encuentra una buena fuente de néctar, ella regresa a su colmena y hace una danza para las otras abejas.  Este baile les dice donde se encuentra este nuevo hallazgo.  Los investigadores han estudiado esto en detalle y ahora pueden interpretar estas danzas.

Investigadores de la Universidad de Princeton engañaron a una abeja a danzar una ubicación que resultó quedar en el medio de una cercana laguna.  Luego de recibir el mensaje, los otros miembros de la colmena simplemente ignoraron a su colega trabajadora.  Ella continuó danzando, pero nadie le creía.  Solo después, cuando la danza claramente decía que las flores se encontraban al otro lado de la laguna, le pusieron atención las otras abejas y fueron a chequear las flores.

Los investigadores están ahora cuestionándose si es que las abejas mantienen un mapa mental de sus alrededores.  ¿Cómo otras más podrían darse cuenta cuando alguien les da una ubicación falsa?  Las investigaciones evolucionistas están intentando explicar como una criatura “de evolución simple” como un abeja puede ser tan inteligente.  Sin embargo, la Biblia pone en claro que la inteligencia no está relacionada con la evolución.  Es el regalo de un Creador omnisciente.

Oración: Te agradezco, amado Padre por el intelecto que me has dado. Ayúdame a desarrollarlo para Tu gloria y servicio. Ayúdame a recordar que mi desarrollo intelectual nunca puede darse aparte de Tu Palabra. En nombre de Cristo Jesús. Amén.

 

Notas:  Horton, Elizabeth. 1983. Bees as mapmakers. Science Digest, Sept. p. 90.

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