Hebreos 11:6
“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.”

 Anteriormente, nosotros hablamos acerca de Caín y Abel, y vimos cómo la ofrenda de Caín fue rechazada, porque fue su intento de reconciliarse con Dios por su propio poder. También, vimos cómo la ofrenda de Abel fue aceptable, porque fue el sacrificio de sangre necesario para expiar el pecado.

Pero, ¿por qué Abel hizo tal ofrenda? ¿Qué había en él, que lo hizo más digno que Caín?   La verdad es que no había nada inherentemente justo sobre Abel, en sí mismo.  Al igual que Caín, él era un hijo del pecado original. Como Caín, él heredó el pecado de su padre. Entonces, ¿qué impulsó a Abel a dar la mejor ofrenda?

La respuesta, la encontramos en Hebreos 11. “Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella”.  La clave para la aceptación de la ofrenda de Abel fue que se da “por la fe”.  También, nos dice Hebreos 11 que “sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.”  También, Hebreos 11 nos habla de que Noé recibió la justicia que viene por la fe. Asimismo, Abel recibió la justicia que es por la fe. Para Abel, esto era fe en un Mesías que había de venir – la semilla prometida de la mujer. Es por eso que todavía Abel nos “habla”, a pesar de que murió.

 Ayúdanos, Padre, a poner nuestra confianza completamente en Ti; Tú tienes la fe que necesitamos, esa fe salvadora, al arrepentirnos y ponemos nuestra confianza en Ti.

Ref: Taylor, P.F. (2009), Caín y Abel: culto y sacrificio, (Toutle, WA: J6D Publicaciones), pp. 36-39. Imagen: Ben Peter Scotton, encargado por el autor para su uso.

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