Aprendiendo acerca de la catástrofe

2 Pedro 2:4-5
“Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó al infierno y los entregó a prisiones de oscuridad, donde están reservados para el juicio. Tampoco perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, pregonero de justicia, con otras siete personas, y trajo el diluvio sobre el mundo de los impíos…”

El gran Diluvio en los tiempos de Noé fue más que simplemente la tormenta más grande del mundo.  Las Escrituras pintan el retrato de una agitación a lo largo de la faz de la tierra que combinó diluvios, avalanchas, volcanes y terremotos.  Mientras la tierra literalmente bailó con terremotos de intensidad inimaginable, colinas y montañas habrían fluido como pudín.

¿Es posible que la ciencia moderna haya sido ciega de las evidencias de tal agitación?  Hace pocas generaciones, los geólogos que creen en la evolución no vieron ninguna evidencia notable de algún gran diluvio en la tierra.  Paulatinamente empezaron a concluir que mucho de nuestra piedra sedimentaria es el resultado de grandes diluvios.

Más recientemente han empezado a notar evidencia de que las montañas pueden literalmente colapsar y fluir como pudín.  Algunas avalanchas son simples avalanchas donde parte de una montaña colapsa.  Pero a veces el colapso se convierte en un fluido que viaja por muchos kilómetros, inclusive a lo largo de tierras planas.  Tome, por ejemplo, la avalancha Blackhawk en el borde sur del Desierto Mojave.  Aquí una masa de mármol cayó 1.5 kilómetros hacia abajo y luego se deslizó otros 9 kilómetros a lo largo del desierto casi plano.  Una descripción dice que parece como si la montaña simplemente se convirtió en leche de chocolate.  Una vez que los científicos entendieron que esto sucede, ellos empezaron a reconocer evidencia que muestra que este fenómeno no es inusual.

¡Mientras nuestro conocimiento científico incremente, la historia registrada en la Biblia se hace dramáticamente más ilustrada—no desmentida!

Prayer:
Pido Señor, que al acercarnos al tiempo de Tu regreso, me encuentre preparado, como lo estuvo Noé para el diluvio. Ayúdame a prepararme más intensamente, empezando hoy, para no estar desprevenido. Deja que mi confianza nunca vacile sobre el perdón de pecados que me has dado. Amén.

Notes:
Monastersky, Richard. 1992. “When mountains fall.” Science News, v. 142, Aug. 29. p. 136. Photo: House uprooted after mudslide. (PD)

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