Romanos 12:1

“Por lo tanto, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro verdadero culto”.

El escarabajo más grande conocido en el mundo es el apropiadamente llamado escarabajo Goliat.   Este escarabajo africano puede llegar a ser casi tan grande como un ratón.  Los dinosaurios no fueron los animales más grandes en toda la existencia.  La gran ballena azul tiene este honor.  El mamífero más pequeño del mundo es más pequeño que muchos insectos.  Una especie recién descubierta de murciélago en Tailandia pesa solo 6/100 de una onza.

Tales extremos pueden llevar a algunos a preguntarse si esos insectos gigantes que vemos en las películas podrían desarrollarse.  ¿Podía una araña crecer y ser tan grande como una casa?

Usted se contentará al saber que ninguna araña o cualquier otro insecto podrían crecer y ser tan grandes como una casa.  Podemos estar seguros de esto por la manera como los insectos respiran.  Los insectos respiran a través de pequeños tubos a lo largo de sus cuerpos.  Estos tubos proveen oxígeno directamente a sus tejidos internos.  Si un insecto llegase a crecer demasiado, estos tubos no podrían abastecer suficiente oxígeno a los tejidos.  Esto es debido a que mientras más grande es la criatura, más tejido viviente interno requiere oxígeno.  Usted y yo tenemos pulmones que proveen una red de superficies iguales al tamaño de una cancha de tenis.  Un insecto de nuestro tamaño necesitaría un cuerpo que tendría un área de superficie de una cancha de tenis, lo cual también es una imposibilidad.

Aunque diferentes criaturas tienen diferentes órganos para suplir sus necesidades, cada criatura tiene justo los órganos correctos para sus necesidades.  Esto es una señal de la sabiduría de nuestro Creador.  Este hecho también nos dice que los seres vivientes no están relacionados el un con el otro por medio de la evolución.
Oración: Te agradezco, amado Señor, por mis ojos, oídos, todos mis sentidos, y todos los tejidos maravillosos que Tú has puesto en mi cuerpo para la vida. Ayúdame a utilizar mi vida en Tu servicio. Amén.

Notas: Wilder, Rachel. 1983. Secrets of size. Science Digest, Sept. p. 112.

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