Salmos 27:8
“Mi corazón ha dicho de ti: «Buscad mi rostro». Tu rostro buscaré, Jehová…”

Los infantes a menudo se verán muy serios cuando parlotean, como si en realidad estuvieran diciendo algo de importancia.  La mayoría de nosotros hemos asumido que hacen esto porque ven a otros hablar y quieren meterse en la conversación.

babbling fingersLa clave del hecho de que hay mucho más en el habla que simples imitaciones llegó cuando los científicos descubrieron que los infantes pueden parlotear sin nunca realizar un solo sonido.  Los investigadores estudiaron a cinco infantes, dos de ellos eran sordos o tenían padres sordos.  En los hogares de sordos, la comunicación se establece a través del Lenguaje de Señas.

Los científicos encontraron que tanto los niños que escuchan y los sordos parlotean bajo el lenguaje utilizado en sus hogares.  Los infantes que escuchan producían sonidos, luego sílabas y eventualmente palabras.  Los infantes sordos hacían lo mismo con sus manos.  Al principio ellos harían sus señales de manos para las letras básicas y los números, ensartándolas sin significado.  Así como los infantes que oían empezaban a ofrecer una comunicación expresiva para su primer año de vida, las señales de los infantes sordos había alcanzado ese mismo punto para su primer cumpleaños.

Los investigadores se asombraron cuando se dieron cuenta de lo que esto significa.  Significa que el cerebro tiene algún tipo de habilidad unificada incorporada para el aprendizaje del lenguaje.  Esta conclusión va en contra de todo lo que dice la evolución acerca de quienes somos y qué hacemos los humanos.  Sin embargo, encaja perfectamente con la Biblia, cuando dice que el hombre y la mujer fueron creados para tener comunión y comunicación con su Creador.

Prayer:
Señor, Tu eres la Palabra a través de la cual fui creado, la cual se hizo carne para mi salvación. Te pido que crees una profunda necesidad por Tu Palabra revelada dentro de la iglesia y en el mundo en general. Amén.

Notes:
Hands-on babbling. Science News, v. 139, Mar. 30, 1991. p. 205.

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