1 Timoteo 2:13-14
“Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la      mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión.”

 Parecería que el razonamiento de Eva para tomar el fruto del árbol fue como sigue:

El árbol era bueno para comer. Sus inteligentes ojos fueron capaces de discernir que este alimento era bueno. Por bueno, debemos suponer que significaba que ella podía estimar el valor de los alimentos de la fruta. Ella vio que era una delicia para los ojos. Esto nos recuerda que la fruta es a menudo muy atractiva, sea la fruta que comemos o sea la fruta que no la comemos. Y, en una creación perfecta, ciertamente podemos asumir que esta fruta era muy hermosa para mirar, y posiblemente parecía deliciosa. También vio que el árbol “era deseable para ser sabio”. La función del árbol debe haber sido evidente para ella. Después de todo, contrariamente a lo que la serpiente piense, la función del árbol no era un secreto. Ella sabía para qué era, y ella sabía cuál sería la pena por romper el mandamiento. Y, el fruto no era venenoso. No fue el fruto que causó la muerte de Adán y Eva; fue su desobediencia.

Lo cual nos lleva a la gran pregunta: ¿Dónde estaba Adán cuando todo esto estaba sucediendo?  ¿Por qué él no intervino?  El versículo 6 nos dice que él estaba justo allí con su esposa. El oyó todo. Y, él no fue engañado. Esa es la razón por qué su desobediencia fue más grave que la de Eva, que pecó después de ser engañada.  Adán pecó con los ojos abiertos, y este pecado fue imputado a todos nosotros.

Oración: Señor Dios nuestro, nosotros sabemos que el pecado significa romper Tus mandamientos.  Nosotros lo hemos hecho muy a menudo, y muchas veces. Por lo que hemos hecho mal, y por las cosas buenas que hemos dejado de hacer, te hemos desobedecido.  Señor Dios, te agradecemos, porque hiciste un camino de salvación para nosotros, cuando nos arrepentimos y ponemos nuestra confianza en Jesucristo. Amén.

Ref: Taylor, P.F. (2007), Los Seis Días del Génesis (Green Forest, AR: Master Books, pp. 104-105. Imagen: Adobe Stock Imágenes, con licencia de autor.

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