El nacimiento que terminó con la muerte
I Corintios 15:22
“Así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados”.
Las personas preguntan, “¿Por qué hay muerte y sufrimiento en el mundo? ¿Es así como Dios quería que sea?” La clara respuesta de la Biblia es un enfático “¡No!” El mundo que Dios hizo no tenía muerte, ni sufrimiento, ni enfermedad.
Ya que todas nuestras experiencias han sido realizadas en el mundo que tenemos y conocemos, es difícil para nosotros llegar a entender cual fue la intención de Dios para nosotros. Cuando Dios creó el universo y a la humanidad, el hombre conoció a Dios en un perfecto conocimiento y se encontraba feliz con ese entendimiento. Dios y el hombre se comunicaban entre sí, mucho más simple y fácilmente que lo que nos comunicamos nosotros, en un mundo caído, hoy en día. Esto es lo que Dios quería para el hombre.
Pero Dios no nos hizo robots. Dios nos dio la opción de no amarle, ya que el amor que se da cuando no hay una opción de no amar no es realmente significativo. Sin embargo, Dios advirtió al hombre que el retirar su amor hacia él significaría la muerte. No podemos culpar a nuestros primeros padres por el enredo en el cual nos encontramos hoy. Cada uno de nosotros hemos quitado nuestro amor a Dios al pecar también. Los sufrimientos en este mundo, son tan solo una advertencia de las eternas consecuencias de nuestro pecado.
El nacimiento del Hijo de Dios en la Persona de Cristo Jesús fue el nacimiento que terminó con la muerte. Al tomar nuestra forma creada sobre Sí mismo, Él vivió una vida perfecta en todo sentido en vez nuestro. Entonces, aunque no mereció ningún castigo por el pecado, Él voluntariamente sufrió el castigo en nuestro lugar. Su resurrección de la muerte fue la señal de Dios de que Él había aceptado el sacrificio de Cristo en nuestro nombre. ¡En Cristo, la muerte ha muerto, y la vida ha sido re-establecida para nosotros!
Prayer:
Amado Señor, Te confieso que nunca entenderé la profundidad de tu amor por mí mientas esté en este mundo. Pero creo que Tú realmente me has rescatado del pecado, la muerte y del diablo. Ayuda mi incredulidad. Amén.
Notes: