El otro costa del divorcio

Mateo 19:6
“Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó no lo separe el hombre.”

La Biblia nos enseña que el matrimonio es de un hombre y una mujer, unidos en una sola carne de por vida.  La moralidad tradicional ha reflejado este punto de vista.  Sin embargo, la moderna cultura occidental ha visto al divorcio como una libertad que debe estar disponible para todos.  El término popular “divorcio sin culpa” intenta dar la impresión de que el divorcio tiene pocas consecuencias.  Sin embargo, dos estudios recientes, claramente muestran el verdadero costo del divorcio.

El otro costo del divorcioAlgunos investigadores junto con el Centro Social de Aprendizaje de Oregón estudiaron los efectos del divorcio sobre los adolescentes.  Ellos examinaron el comportamiento de los varones de secundaria.  Y encontraron que los varones de familias donde hubo un divorcio tenían más probabilidades de experimentar más temprano con el sexo que los varones cuyos padres nunca se habían divorciado.  Otro estudio realizado por un sociólogo de la Universidad de Wisconsin en Madison observó los efectos que el divorcio ejerce sobre las mujeres jóvenes.  Este estudio rastreó el comportamiento de casi 4000 jovencitas.  Y encontró que las jóvenes provenientes de matrimonios divorciados tenían más probabilidades de concebir bebés fuera del matrimonio que aquellas de familias que no habían experimentaron el divorcio.  Ambos estudios demostraron que uno de los  costos del divorcio es la actitud casual hacia el sexo de parte de los hijos de padres divorciados.

Cuando Dios nos dio el matrimonio en el Jardín del Edén, Él tuvo la intención de que fuera una unión de por vida.  Aunque el divorcio trae dolor a los adultos involucrados, Dios también sabía que los hijos de un divorcio seguirán el ejemplo de sus padres al tomar muy ligeramente el regalo del sexo.

Prayer:
Señor, gracias por el regalo del matrimonio. Ayúdame siempre a honrarlo. Amén.

Notes:
Minnesota Christian Chronicle, 7/6/00, p. 19, “Stable, two parent families produce the healthiest kids.”