El Problema De La Edad De Abraham
Génesis 25:7-8
“Y estos fueron los días que vivió Abraham: ciento setenta y cinco años. Y exhaló el espíritu, y murió Abraham en buena vejez, anciano y lleno de años, y fue unido a su pueblo.”
Abraham tenía 175 años cuando murió. Esta es una inusual edad. Es mucho mayor de lo que las personas tienden a vivir hoy. Sin embargo, es mucho menos que las edades de los patriarcas antes del diluvio, mencionados en Génesis 5. ¿Cómo podemos entender esta edad?
Tenemos otro problema cuando consideramos las descripciones anteriores de Abraham. Abraham tenía 75 años de edad, cuando salió de Harán. Sarah era diez años más joven que su marido, por lo tanto, tenía 65 años cuando dejaron Harán. Muchas ilustraciones muestran a Abraham dejando Harán, luciendo como un anciano. Esto presupone que permaneció como un anciano durante los próximos 100 años. Esto parece poco probable. Es más probable que envejeció más lentamente que hoy en día, y esto tiene mucho sentido cuando se trazan las edades al morir todos los patriarcas posteriores a la Inundación de Génesis 11. Estas edades encajan en una curva de decaimiento. La muerte de Abraham a la edad de 175 encaja muy bien en esta curva.
Esto tiene implicaciones para todo lo que sabemos acerca de Abraham y Sara. De hecho, cuando Sarah dejó Harán a los 65 años de edad, habría sido el equivalente de una señorita en sus tempranos 30 hoy en día. En otras palabras, ella estaba dentro de los años reproductivos, lo que hace aún más doloroso que Génesis 11:30 diga que era estéril.
Para muchas personas, la verdadera narración del Génesis parece comenzar en Génesis 12. Sin embargo, sostenemos que no es posible entender todos estos aspectos de la vida de Abraham, sin aceptar la verdad de Génesis 1 – 11.
Señor Dios, danos, Te pedimos, la humildad de aceptar que Tú estás en control de todo. Gracias por guiar a Tu pueblo. Amén.
Ref: Taylor, P.F. (2010), Picazón de oídos, (Toutle, WA: J6D Publicaciones), pp235-262. Imagen: Ben-Peter Scotton, ilustración producida por Paul Taylor, en su libro, Caín y Abel, usada con permiso