Salmos 6:6
“Me he consumido a fuerza de gemir; todas las noches inundo de llanto mi lecho, riego mi cama con mis lágrimas”.

El milagro se da, literalmente, en un abrir y cerrar de ojos.

Cada vez que usted parpadea, usted baña la superficie de su ojo con un fluido milagroso llamado lágrimas.  Las lágrimas no son simplemente una solución de agua salada.  Ellas están compuestas por agua, pero también de aceites, electrolitos y carbohidratos pegajosos llamados mucinas.  Además, contienen sustancias antibacterianas y antivirales.  Una de estas sustancias se llama lisozima.  Cualquier bacteria o virus que se encuentre a sí mismo en el fluido lagrimal tiene una probabilidad del 95 por cierto de morir en diez minutos.  Ese parpadeo mantiene la superficie del ojo apropiadamente hidratado para que nuestra visión permanezca clara.  Sin esta hidratación, sus ojos se tornarían rojos y dolerían, y, sin ser tratados, usted probablemente quedaría ciego.  El fluido lagrimal también provee el oxígeno necesario a la superficie de sus ojos.

Pero tal vez la propiedad más asombrosa de las lágrimas es aún más inesperada.  Los humanos son las únicas criaturas que derraman lágrimas emocionales.  Estudios han demostrado que la habilidad de producir lágrimas y llorar en realidad nos ayuda a enfrentar situaciones emocionales.  Existen algunas enfermedades heredadas que no permiten que la gente derrame lágrimas. Algunos estudios en esta rama han mostrado que la gente con esta enfermedad no pueden lidiar bien con el estrés.

Las lágrimas son una bendición de muchas maneras.  Pero también recordamos que Dios ha prometido enjugar nuestras lágrimas cuando lleguemos al cielo.

Prayer:
Padre, Te agradezco por el regalo de derramar lágrimas, y gracias que has prometido enjugar mis lágrimas en el cielo. Amén.

Notes:
Creation in the Crossfire, 8/02, pp. 3-4, Jerry Bergman, “Design of tears: an example of irreducible complexity.”

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