La langosta amorosa
Cantares 2:13
“Ya la higuera ha dado sus higos y las vides en cierne, su olor. ¡Amada mía, hermosa mía, levántate y ven!”
La interacción de las langostas, en varias maneras, parece casi humana. Bajo los estándares humanos, el ritual de apareamiento de la langosta parece ser especialmente afectivo.
La secuencia del ritual empieza cuando la hembra que está lista para aparearse permanece por largo tiempo cerca del refugio de un macho. El macho responde al avivar “swimmerets”, los cuatro pares de remos debajo de su cola que le ayudan en nadar. En este punto se establece la comunicación a través de señales químicas que cada uno está liberando en el agua. Si es una langosta con garra, mostrará su garra. Luego de un par de días de esto, ella entra en su refugio donde intercambia más señales químicas. Esto es seguido por una secuencia ritualizada de boxeo, donde las garras se convierten en guantes de boxeo. Esto sigue durante varios días mientras ella pasa cada vez más tiempo en el refugio del macho.
Cuando ella está lista para aparearse, ella levantará una garra sobre la cabeza del macho en una acción que los biólogos llaman “pos de caballero”. Entonces su cuerpo se achica mientras se despoja de su caparazón. Al principio el cuerpo de la hembra sin caparazón es suave como el de una medusa, y ni siquiera se puede levantar. El apareo debe darse muy tiernamente, ya que el macho con su duro caparazón podría dañar severamente a la hembra desprotegida. Luego de aparearse, el macho protegerá a la hembra hasta durante una semana hasta que le crezca un nuevo caparazón.
Tenemos la tendencia de reconocer la ternura y afecto en el ritual de apareamiento de las langostas, a pesar del hecho de que estas criaturas son tan distintas a nosotros, porque los dos tenemos el mismo Creador que es en sí mismo la fuente de toda ternura y afecto.
Prayer:
Amado Dios, yo sé que Tú eres amor. Nunca permitas que crea que tu amor consiente el pecado. Más bien, siempre ayúdame a ver que la expresión más profunda de Tu amor está en el sufrimiento y muerte de Tu Hijo, Cristo Jesús, en mi lugar para que sea perdonado a través de Él, y pueda ser restaurado para Ti. Amén.
Notes:
Ravven, Wallace. 1987. “Lobster Lust: Don Juans of the Deep.” Discover, Dec. p. 34.