Génesis 1:16
“E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas.” 

Una de las diferencias más importantes entre el verdadero relato de La Creación en el Génesis y los diversos mitos del Antiguo Oriente Próximo es que estos mitos dan una gran importancia al Sol y a la Luna. En muchos casos, estos deben ser dioses-consortes; el Sol es el dios masculino y la Luna su esposa, aunque en algunas leyendas, es al revés. Sin embargo, la historia real de la Biblia, subraya que el Sol y la Luna fueron objetos creados, e incluso Dios no los creó sino hasta el cuarto día de La Creación. Y, si eso no fuera suficiente humillación para estos pretendientes dioses, ¡Génesis ni siquiera se refiere a ellos por su nombre! Simplemente los llama la Luz Mayor (para gobernar el día) y la Luz Menor (para gobernar la noche).

Está claro por qué la Gran Luz está configurada para gobernar el día. El Sol define el día, aunque sabemos, por supuesto, que Dios causó los primeros tres días sin que el Sol existiera. Pero es intrigante pensar en la Luna gobernando la noche. Para empezar, algunos podrían objetar que a veces se ve la Luna durante el día. No solo eso, sino que sus fases significan que la cantidad de luz durante las horas de oscuridad varía mucho.

Resulta que muchos animales nocturnos necesitan de esta variación, y, en particular, necesitan la luz limitada provista por la Luna. Dios creó todo justo para la vida sobre la Tierra.

Oración: Gracias Señor, por hacer que la luz de la Luna sea justo para la existencia de vida en nuestro planeta. Amén.

Autor: Pablo F. Taylor

Ref: Morris, S.M. (1992), Las luces del mundo, <https://www.icr.org/article/1403>, visitada el 27/12/2018. Imagen: Imagen Adobe Stock, con Licencia de Autor.

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