Salmos 103:1-5
“Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus maldades, el que sana todas tus dolencias, el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias, el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila”.

Muchas tradiciones étnicas de cocinar tienen su origen en consideraciones de salud.  Algunas de esas tradiciones son tan antiguas que no se conoce su origen, lo cual sugiere contundentemente que los antiguos tenían un conocimiento muy sofisticado de la comida y de la salud, parte de la cual solo se está redescubriendo hoy.

A través de la historia, los humanos no han tenido el lujo de la refrigeración o del congelamiento para preservar la comida.  Aunque aun estos no proveen un almacenamiento permanente para la comida.  Las carnes sean cocidas o crudas, se deterioran incluso cuando están congeladas.  El frío simplemente desacelera el proceso.  La putrefacción de las grasas en la carne es un problema universal.

Químicamente,  la putrefacción de las grasas se le conoce como oxidación de lípidos.  Los lípidos en la carne incluyen grasa y colesterol.  La oxidación de lípidos hace más que dar a la carne un sabor rancio y re-calentado.  Los investigadores creen que los lípidos oxidados también contribuyen a la enfermedad del corazón.  Investigaciones japonesas sugieren que el jengibre, común en la cocina oriental, puede retardar la oxidación de los lípidos de la carne.  Armados con este conocimiento los investigadores investigan si había alguna conexión entre el uso común del jengibre y la taza muy baja de enfermedades cardiacas en el Japón.  Encontraron que la carne de cerdo sazonada con jengibre mostraba solo un tercio de oxidación de lípidos que la carne sin sazonar.

Parece que inclusive antes de la llamada historia registrada, la gente sabía que el jengibre ayudaba a preservar la carne y mantenerla más pura.  Este descubrimiento es aún otra refutación de la idea de que el hombre antiguo era primitivo e ignorante.

Prayer:
Te agradezco, amado Padre celestial, que has llenado la creación que nos diste con cosas buenas y nos has dado la inteligencia para usarlas. Ayúdanos a aprender más de estas bendiciones y hacer un mejor uso de ellas. En nombre de Cristo Jesús. Amén.

Notes:
“Season gingerly to retard rancidity.” Science News, v. 129, Mar. 1, 1986. p. 137.  Photo: Ginger spice (Pixabay.com)

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