Isaías 34:4
“Todo el ejército de los cielos se disolverá, y se enrollarán los cielos como un libro; y caerá todo su ejército como se cae la hoja de la parra, como se cae la de la higuera”.

Todo en el mundo se está acabando – nada va a durar para siempre.  Sería muy deprimente si tanto no supiéramos la razón para esto como lo que Dios ha hecho al respecto.     

Si el vidrio fuera perfecto, sería mucho más fuerte que el acero.  Pero el vidrio no es perfecto; su superficie está llena de pequeñas fisuras, demasiado pequeñas para poder ser vistas por el ojo humano.  Estas fisuras lentamente avanzan a lo largo del vidrio.  Esta es la razón por la cual se le puede botar varias veces y no se rompe.  Sin embargo, un día se romperá en un millón de pedazos.  El vidrio “recuerda” cada estrés que recibe.  ¡Si uno golpea el vidrio las fisuras pueden crecer rápidamente – tan rápido como 96 kilómetros por hora!

Lo más asombroso es que este comportamiento es tan extraño, considerando que el vidrio en realidad no es un sólido.  El vidrio nunca en realidad se solidifica de un estado de líquido espeso.  A veces uno inclusive puede ver las curvas causadas por el fluido de vidrio en las ventanas que tienen más de un siglo de antigüedad.
    
Nosotros nos encontramos con la degeneración natural del mundo todos los días.  Como escribe San Pablo, toda la creación gime por las consecuencias del pecado.  Pero gracias a Dios que Él se rehusó a dejarnos sujetos a la decadencia y la muerte – ya que Él envió a Su único Hijo a salvarnos de todas las consecuencias del pecado.  ¡En Cristo ya no hay más muerte y ni decadencia!
  

Prayer:
Amado Padre celestial, Te agradezco que no hemos sido dejados para ser víctimas de la degeneración en el mundo debido al pecado. Yo oro por Tu Hijo Jesucristo que me ayuda a siempre recordar esto. En Su Nombre. Amén.

Notes:
F. Flam, “Window on the chemistry of cracking glass,” Science News, March 18, 1989, p.167.

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