Génesis 1:11

“Después dijo Dios: “Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol que dé fruto según su especie, cuya semilla esté en él, sobre la tierra”. Y fue así.

Solo hace 30 años se les ocurrió a los científicos que las plagas de insectos podrían ser controladas a través de hormonas.  Si, por ejemplo, una hormona que prevenía que un insecto destructivo llegara a la madurez se pusiera sobre un cultivo, el ciclo de vida interrumpido del insecto podría prevenir el daño de ese cultivo.  Por lo que  la hormona sería una sustancia segura y natural.

Sin embargo, los científicos encontraron que sintetizar estas hormonas era mucho más difícil de lo que se imaginaron.  Después  de muchos años de investigación, científicos japoneses descubrieron que ciertas plantas ya estaban produciendo estas hormonas como autodefensa.  De hecho, muchas de las plantas estaban fabricando lo que ellos llamaron “super-hormonas”.  Las “super-hormonas” son hormonas que trabajan en concentraciones mucho más bajas que las hormonas juveniles hechas por los insectos mismos.  Estas hormonas juveniles previenen que los insectos lleguen a su etapa adulta, la cual es la etapa más destructiva.  Entre las plantas que hacen hormonas juveniles de insectos están los helechos y ciertos tipos de árboles de hojas perennes.

Un resultado de esta investigación es el desarrollo de una hormona de un mosquito joven.  Esta hormona puede ser liberada cada cierto tiempo desde briquetas en los pantanos, previniendo así que los pequeños mosquitos lleguen a alcanzar su etapa adulta de picar y volar.

Una vez más se hace evidente en la creación el diseño increíble y el balance que solo podría haber sido incorporado al mundo por un Creador sabio. ¿De qué otra forma podrían haber llegado a tener las plantas tal habilidad en la química animal?
Oración: Amado Señor, guía nuestros pensamientos para que podamos descubrir la sabiduría que Tú incorporaste en el mundo creado. Ayúdanos a aprender como Tú has hecho las cosas para que podamos encontrar formas no destructivas de controlar las pestes. Por último, ayúdame a mí y a todos los cristianos a pregonar a nuestro alrededor Tu gran sabiduría, que se encuentra en el Evangelio de salvación. Amén.

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