Job 12:7, 9

“Pregunta ahora a las bestias y ellas te enseñarán; a las aves de los cielos, y ellas te lo mostrarán. . . ¿Cuál entre todos ellos no entiende que la mano de Jehová lo hizo?”

Alguna vez ha podido mirar a los patos sobre un lago gélido    chapoteando en el agua casi helada.  Ellos pasarán mucho tiempo del día en ese único lugar con la temperatura muy por debajo del congelamiento, y sin embargo el frío no parece molestarles.  Talvez sobre la orilla se encuentran algunos gorriones saltando en la nieve.  Uno se pregunta: ¿por qué las aves no necesitan zapatos ni medias?

Si usted o yo corriéramos descalzos cuando la temperatura fuera bajo cero, no tomaría mucho antes de que tuviésemos un buen caso de congelación.  Inclusive podríamos perder tanto calor corporal que nuestras mismas vidas serían amenazadas.

Las aves tienen una red de arterias por las cuales toda sangre que va a sus piernas debe entrar.  Estas arterias están entretejidas con las venas que regresan de los pies.  Cuando la sangre que entra en el pie entra en esta estructura, llamado una “red maravillosa”, su temperatura es de 106° F.  La sangre que regresa del pie al mismo tiempo es de 37° F.  La sangre caliente que pasa por la red recalienta la sangre fría que llega del pie antes de entrar al cuerpo.  El resultado es que el ave pierde muy poco calor corporal.  Así que la sangre que entra al pie nunca se vuelve peligrosamente fría en temperatura normal de invierno.

La sabiduría de este diseño es obvia.  ¿Habrían podido sobrevivir con sus pies congelados antes de haber aprendido a evolucionar este arreglo especial?  Nuestra única conclusión puede ser que hay un Creador quien cuida de toda Su creación, ¡incluyéndonos a usted y a mí!

Prayer:  Te agradezco, Señor, que Tu mano es evidente en toda la creación. Ayúdame a ver mejor Tu mano en mi vida, tanto guiándome, como protegiéndome. Amén.

Notes: Why don’t duck’s feet freeze? Science Digest, Feb. 1984. p. 76.

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