Una desastrosa explicación evolucionista
Salmos 119:9
“¿Cómo puede el joven llevar una vida íntegra? Viviendo conforme a tu palabra”.
A menudo escuchamos: que los valores cristianos son los culpables de la mayoría de los desastres de la sociedad. Se ridiculiza al matrimonio como “tan sólo un pedazo de papel”. Las convicciones fuertes sobre el bien y el mal se dicen que son las culpables de contenciones, peleas y guerras. Y que a toda costa, debemos librarnos de actitudes anticuadas sobre el sexo y el matrimonio.
El apoyo científico para estos valores “liberados” vuelve a 1928 cuando Margaret Mead pasó nueve meses en Samoa, y luego escribió un libro. En él ella decía que los samoanos tienen vidas felices y sin preocupaciones. No sólo que prácticamente ni se escucha sobre crímenes, sino que inclusive los jóvenes pasan sus años de adolescencia sin hacerse rebeldes. Mead, escribió como una antropóloga, y decía que esto era debido a que los samoanos practican una completa libertad sexual y evitan tener tanto fuertes convicciones religiosas como asuntos filosóficos. Durante más de 50 años los escritos de Mead han sido citados como apoyo científico para los valores anti-cristianos.
Pero ahora un antropólogo que ha pasado muchos años en Samoa ha salido con un libro que dice que las cosas en Samoa son casi exactamente lo opuesto de lo que Mead había reportó. Los samoanos mismos le pidieron que corrija el record, porque casi nada de lo que Mead escribió acerca de sus valores era acertado. Los samoanos son muy puritanos en cuanto al sexo, y los padres son muy estrictos con sus hijos y muy competitivos entre sí.
Cuan necios son los humanos al pensar que pueden inventar mejores valores morales que producen más felicidad que aquellos valores que su Creador les dio. Y que vergüenza que muchos han basado sus vidas sobre una mentira porque querían creer que la “naturaleza” les hizo.
Prayer:
Amado Padre celestial, yo se que Tú me has enseñado lo que está bien y lo que está mal, porque el mal es auto-destructivo. Ayúdame a no confiar en mi propia moralidad para mi justificación, sino confiar solo en la expiación de Cristo Jesús para mis pecados. En Su Nombre. Amén.
Notes:
Rensberger, Boyce. 1983. Margaret Mead. Science 83, April. p. 28.