1

Vida en la roca

Jeremías 32:17
“¡Ah, Señor Jehová!, tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder y con tu brazo extendido. Nada hay que sea difícil para ti”.

Ciertamente, las cosas vivientes en el desierto ártico de la Tierra Victoriana del Antártico deben ser muy especiales.  El desierto ártico de 2.000 millas cuadradas (3,218 kilómetros) parece ser el hogar de ninguna cosa viva.  No hay tierra ni plantas.  Todo lo que parece existir allí es la roca erosionada por el glaciar sin vida, llevado por el viento.

vida en la rocaEn un día cálido el desierto puede calentarse hasta cerca de la congelación.  Durante la oscuridad perpetua del invierno las temperaturas caen hasta 150° F (70° C) grados bajo cero.  Sin embargo sabemos que hay muy pocos lugares sobre la tierra para los que el Creador, en su sabiduría inimaginable, no haya provisto vida.  Los científicos hoy en día han llegado a saber que en realidad sí hay vida en el desierto de la  Antártica.

A una décima de pulgada bajo la superficie de la piedra arsénico porosa vive lo que los biólogos han llamado un bosque pluvial en miniatura, debido a las varias capas de vida.  Una zona negra hecha principalmente de hongo es lo más cercano a la superficie de la roca.  Justo por debajo de esa capa, filamentos de hongos y racimos de algas crecen entre los cristales de roca.  Varias especies de bacteria también se han encontrado en esta delgada zona de vida.  Ellos consiguen su alimento de los minerales de la roca así como por el nitrógeno liberado por la aurora Australis, las luces del sur.  Juntos, estos organismos proveen un perfecto balance ecológico para continuar viviendo.

Cuando el Creador decide que ha de haber vida sin importar cuan hostiles sean las condiciones, Él es capaz de crear no solo la vida sino un completo trabajo ecológico equilibrado.

Ciertamente, las cosas vivientes en el desierto ártico de la Tierra Victoriana del Antártico deben ser muy especiales.  El desierto ártico de 2.000 millas cuadradas (3,218 kilómetros) parece ser el hogar de ninguna cosa viva.  No hay tierra ni plantas.  Todo lo que parece existir allí es la roca erosionada por el glaciar sin vida, llevado por el viento.

            En un día cálido el desierto puede calentarse hasta cerca de la congelación.  Durante la oscuridad perpetua del invierno las temperaturas caen hasta 150° F (70° C) grados bajo cero.  Sin embargo sabemos que hay muy pocos lugares sobre la tierra para los que el Creador, en su sabiduría inimaginable, no haya provisto vida.  Los científicos hoy en día han llegado a saber que en realidad sí hay vida en el desierto de la  Antártica.

            A una décima de pulgada bajo la superficie de la piedra arsénico porosa vive lo que los biólogos han llamado un bosque pluvial en miniatura, debido a las varias capas de vida.  Una zona negra hecha principalmente de hongo es lo más cercano a la superficie de la roca.  Justo por debajo de esa capa, filamentos de hongos y racimos de algas crecen entre los cristales de roca.  Varias especies de bacteria también se han encontrado en esta delgada zona de vida.  Ellos consiguen su alimento de los minerales de la roca así como por el nitrógeno liberado por la aurora Australis, las luces del sur.  Juntos, estos organismos proveen un perfecto balance ecológico para continuar viviendo.

            Cuando el Creador decide que ha de haber vida sin importar cuan hostiles sean las condiciones, Él es capaz de crear no solo la vida sino un completo trabajo ecológico equilibrado.

Ciertamente, las cosas vivientes en el desierto ártico de la Tierra Victoriana del Antártico deben ser muy especiales.  El desierto ártico de 2.000 millas cuadradas (3,218 kilómetros) parece ser el hogar de ninguna cosa viva.  No hay tierra ni plantas.  Todo lo que parece existir allí es la roca erosionada por el glaciar sin vida, llevado por el viento.

 

En un día cálido el desierto puede calentarse hasta cerca de la congelación.  Durante la oscuridad perpetua del invierno las temperaturas caen hasta 150° F (70° C) grados bajo cero.  Sin embargo sabemos que hay muy pocos lugares sobre la tierra para los que el Creador, en su sabiduría inimaginable, no haya provisto vida.  Los científicos hoy en día han llegado a saber que en realidad sí hay vida en el desierto de la  Antártica.

 

A una décima de pulgada bajo la superficie de la piedra arsénico porosa vive lo que los biólogos han llamado un bosque pluvial en miniatura, debido a las varias capas de vida.  Una zona negra hecha principalmente de hongo es lo más cercano a la superficie de la roca.  Justo por debajo de esa capa, filamentos de hongos y racimos de algas crecen entre los cristales de roca.  Varias especies de bacteria también se han encontrado en esta delgada zona de vida.  Ellos consiguen su alimento de los minerales de la roca así como por el nitrógeno liberado por la aurora Australis, las luces del sur.  Juntos, estos organismos proveen un perfecto balance ecológico para continuar viviendo.

 

Cuando el Creador decide que ha de haber vida sin importar cuan hostiles sean las condiciones, Él es capaz de crear no solo la vida sino un completo trabajo ecológico equilibrado.

 

Ciertamente, las cosas vivientes en el desierto ártico de la Tierra Victoriana del Antártico deben ser muy especiales.  El desierto ártico de 2.000 millas cuadradas (3,218 kilómetros) parece ser el hogar de ninguna cosa viva.  No hay tierra ni plantas.  Todo lo que parece existir allí es la roca erosionada por el glaciar sin vida, llevado por el viento.

 

En un día cálido el desierto puede calentarse hasta cerca de la congelación.  Durante la oscuridad perpetua del invierno las temperaturas caen hasta 150° F (70° C) grados bajo cero.  Sin embargo sabemos que hay muy pocos lugares sobre la tierra para los que el Creador, en su sabiduría inimaginable, no haya provisto vida.  Los científicos hoy en día han llegado a saber que en realidad sí hay vida en el desierto de la  Antártica.

 

A una décima de pulgada bajo la superficie de la piedra arsénico porosa vive lo que los biólogos han llamado un bosque pluvial en miniatura, debido a las varias capas de vida.  Una zona negra hecha principalmente de hongo es lo más cercano a la superficie de la roca.  Justo por debajo de esa capa, filamentos de hongos y racimos de algas crecen entre los cristales de roca.  Varias especies de bacteria también se han encontrado en esta delgada zona de vida.  Ellos consiguen su alimento de los minerales de la roca así como por el nitrógeno liberado por la aurora Australis, las luces del sur.  Juntos, estos organismos proveen un perfecto balance ecológico para continuar viviendo.

 

Cuando el Creador decide que ha de haber vida sin importar cuan hostiles sean las condiciones, Él es capaz de crear no solo la vida sino un completo trabajo ecológico equilibrado.

Prayer:
Amado Padre, No hay nada que sea demasiado difícil para Ti. Enséñame a confiar totalmente en Ti para todo en mi vida para no estar cargado y alejarme de Ti debido a las preocupaciones de esta vida. En Nombre de Cristo Jesús. Amén.

Notes:
Bartusiak, Marcia. 1983. “Living in rock and lichen it.” Science 83. p. 74.