Eclesiastés 3:21
“¿Quién sabe que el espíritu de los hijos de los hombres sube arriba, y que el espíritu del animal desciende abajo a la tierra?”
Durante su muy breve “período de conversión”, Bob Dylan cantó “El hombre dio nombres a todos los animales”. Su canción era básicamente una pegadiza canción infantil y, comprensiblemente, no intentaba entender por qué Dios había traído esos animales a Adán para nombrarlos.
Dios había dicho que no era bueno para Adán que esté solo – lo que significaba que Adán no estaba completo, no que haya algo malo en su soltería. Dios dijo, “Yo haré una ayuda idónea para él.” Por lo tanto, Dios, tenía ya decidido hacer a la mujer. Entonces, cuando trajo los animales a Adán para que Adán viera si había una ayuda para él, Dios sabía que no lo había. Por lo tanto, este ejercicio fue, una lección para Adán.
En los tiempos del Antiguo Testamento, los nombres llevaban un significado. Entonces, para nombrar algo, uno tenía que saber algo al respecto. Por lo tanto, Adán estaba ejerciendo sus poderes deductivos cuando dio los nombres a los animales. Él estaba aprendiendo acerca de los atributos de una variedad de animales. Al final del ejercicio, Adam determina que no había su complemento entre los animales.
Por lo tanto, la lección que Dios le enseñó a Adán, al lograr que él nombrara animales, y luego la posterior creación de la mujer por Dios, fue que Adán debía comprender que él no era como los animales. No evolucionó de los animales. Ni siquiera era posible que Adán tomara a un simio hembra como su complemento, lo que podría haber sido el caso si Adán fuera simplemente un simio recién evolucionado.
Oración: Señor, nuevamente te damos gracias porque nos hiciste según Tu buena voluntad, no por medio de una ciega casualidad evolutiva, sino por Tu propósito y decreto soberano. Amén.
Autor: Pablo F. Taylor
Ref: Taylor, P.F. (2007), Los Seis Días del Génesis (Green Forest, AR: Master Books), pág. 94. Imagen: Galería Wellcome Trust, CC BY-SA 4.0 Internacional.
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