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Mateo 6:26
Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y, sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta.
La mayoría de personas saben que si quedan varadas en el mar sin agua dulce no deben tomar el agua del mar. Aunque necesitamos sal, la cantidad de sal en el agua del mar mataría a una persona más rápido que la sed. Póngase demasiada sal en sus palomitas de maíz y sus riñones filtrarán el exceso. Pero para hacerlo, necesitan agua fresca extra.
Las iguanas marinas de las Islas Galápagos toman demasiada agua de sal todos los días. Se alimentan de las algas que crecen en el agua, pero carecen de una buena fuente de agua fresca que limpie la sal utilizando sus riñones. Como Dios sabía en que tipo de ambiente esta iguana viviría algún día, Él le dio a la iguana marina una glándula especial. Localizada en su cabeza, remueve el exceso de sal de la sangre de la iguana y la almacena. Periódicamente, la iguana estornudará, expulsando el fluido saturado de sal. Al secarse deja una corona salada sobre su cabeza que se disuelve de vuelta en el mar durante su próxima nadada. Varios otros reptiles también tienen glándulas de sal, pero cada una funciona de diferente forma. Esto significa que los evolucionistas deben explicar como estas glándulas de sal evolucionaron por lo menos diez veces.
Dios dio a la iguana marina estas glándulas singulares porque Él sabía lo que necesitarían para la vida que les dio.
Prayer:
Gracias, Señor, por proveer tan maravillosamente para todas Tus criaturas, aún como has provisto para mi salvación. Amén.
Notes:
Answers, 3-4/09, pp. 20-22, Mary Mitchell, “Salt-Sneezing Lizards.” Photo: Marine iguana on Baltro island, Galapagos islands, Ecuador. Courtesy of Diego Delso. (CC BY-SA 4.0)