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1 Corintios 15:36-38
“Necio, lo que tú siembras no vuelve a la vida si no muere antes. Y lo que siembras no es el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, sea de trigo o de otro grano. Y Dios le da el cuerpo que él quiere, y a cada semilla su propio cuerpo”.
En el otoño las plantas y árboles de gran parte del hemisferio norte de la Tierra se preparan para el invierno. Las flores pierden sus pétalos y las hojas caen de árboles mientras el aire empieza a tornarse más frío. Pero en las plantas hay mucho más en este cambio que simplemente la respuesta a las temperaturas más bajas.
Muchas, si no la mayoría de plantas, miden la duración relativa de la oscuridad a la luz en un día de 24 horas para saber cuando preparase para el invierno. De la misma manera, miden la duración relativa de la luz a la oscuridad para saber cuando prepararse para la primavera. Otras plantas vivientes parecen integrar el tiempo y la temperatura para prepararse para el cambio de estación. Los capullos de manzana por ejemplo, necesitan entre 1000 a 1400 horas de temperaturas de casi congelamiento antes de pensar en la primavera.
Cuando el invierno por fin llega nos enfrentamos a lo que es un mundo blanco y aparentemente estéril. Entonces es difícil creer que las plantas y árboles están allí durmiendo mientras miden el tiempo y la temperatura para poder estar despiertos otra vez en la primavera.
No es menos misterio a todos nosotros que algún día los muertos se levantarán y los creyentes pasarán la eternidad con su Señor y Salvador, Cristo Jesús. Sin embargo el que la vida se levante tan gloriosamente de la aparente muerte del invierno nos muestra un poder similar de nuestro Creador en una escala menor.
Prayer:
Amado Señor Jesucristo, espero con ansias el tiempo cuando Tú regreses a la Tierra y me levantes a mí y a todos los creyentes a la vida otra vez. Ayúdame a prepararme cada día para una eternidad contigo. Amén.
Notes: