Génesis 3: 24
Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.
Una de las preguntas favoritas, que los teólogos de salón les gusta ponderar, es la ubicación del Jardín del Edén. Se han ofrecido un sin número de posibles ubicaciones. Aquellos que han leído Génesis 2 notarán que son mencionados cuatro ríos. Dos de estos ríos tienen nombres conocidos: el Tigris y el Éufrates. En la actualidad, los ríos se levantan en la Turquía oriental, luego fluyen a través de Siria antes de llegar a Iraq. Desde la perspectiva geográfica, las fuentes de los dos ríos están muy cerca entre sí. Entonces, una de las ubicaciones sugeridas para Edén estaría muy cerca de sus fuentes. La otra ubicación sería cerca de su confluencia.
Pero, en ninguno de esos lugares se ve que los ríos surjan de un solo río. Y, en cualquier caso, los ríos fueron probablemente re-encausados durante el Diluvio. Así que, los actuales Tigris y Éufrates no son los ríos de Génesis 2, sino que han sido nombrados así desde el Diluvio.
Otra sugerencia, es que el Edén se encuentra en el actual Jerusalén, probablemente bajo el Monte del Templo. Otras sugerencias incluyen Madagascar y Tanzania.
Sin embargo, en Génesis 3, cuando Dios expulsó a Adán y Eva del Edén, Él “colocó los Querubines, y una espada de fuego que giraba en todas direcciones, para guardar el camino del árbol de la vida” (Génesis 3:24). Sí el Edén todavía estuviera aquí, Los Querubines aún estarían en torno a él. De hecho, gran parte de la corteza de la Tierra fue sustituida en el momento del Diluvio, y así los continentes fueron re-ordenados. Por lo tanto, podemos confiadamente sugerir que el Edén no está en ningún lugar. El Edén existió, pero, desde el Diluvio, su ubicación fue destruida.
Oración: Señor, sabemos que Tu Palabra es verdad. Gracias por lo que Tu palabra nos dice acerca de aquel jardín donde estuvieron nuestros antepasados. Esperamos volver algún día al paraíso, para estar contigo para siempre. Amén.
Ref: Taylor, P.F. (2007), Los Seis Días del Génesis (Green Forest, AR: Master Books), pág. 89. Imagen: James Jacques Joseph Tissot (1896): Dominio Público.
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