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Romanos 5:9
“Con mucha más razón, habiendo sido ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira…”
“Perro muerde a hombre” no es un titular inusual. Sin embargo, “Hombre, muerde a perro” por lo general captaría la atención de las personas. Si eso es verdad, el titular “Sanguijuelas enseñan a médicos” debería captar la atención de todos.
Los médicos utilizaron sanguijuelas en tratamientos de sangraduras hasta muy entrado el siglo 19. Fueron utilizadas para tratar todo desde un dolor de cabeza hasta una enfermedad del corazón. Al madurar el siglo 20, el uso médico de las sanguijuelas se convirtió no sólo en una memoria sino en un símbolo de cómo la medicina atrasada solía ser. Ahora al cerrar el siglo 20, las sanguijuelas son una vez más parte de la medicina moderna.
Para obtener su alimento, las sanguijuelas inyectan un poderoso diluyente de sangre llamado hirudin. Este hirudin es lo que interesa a los investigadores médicos en las sanguijuelas. Los médicos por muchos años han estado utilizando un diluyente sanguíneo llamado heparin para disolver coágulos de sangre, tal como aquellos asociados con los ataques al corazón. Pero los investigadores están encontrando que el hirudin es diez veces más efectivo que el heparin en disolver coágulos, y además funciona directamente para prevenir la coagulación. Los estudios continúan. Sin embargo, los investigadores médicos están convencidos que el diluyente sanguíneo que las sanguijuelas les enseñaron a hacer ofrece una medicina poderosa. Si las posibilidades presentadas por esta medicina moderna se dan, muchas vidas que ahora se pierden debido a la coagulación sanguínea pueden pronto ser salvadas rutinariamente.
El Creador de los cielos y la tierra es tan sabio y generoso que Él puede enseñar inclusive a la ciencia moderna algunas cosas nuevas a través de una criatura aparentemente simple como la sanguijuela.
Prayer:
Amado Señor, quedo asombrado por la obra de Tus manos a mí alrededor. Lo más inspirador es Tu obra de salvación por mí a través del perdón de pecados. ¡Este es el más alto de todos los conocimientos! Amén.
Notes:
Fackelmann, K.A.. 1991. Bloodsuckers reconsidered. Science News, v. 139, Mar. 16. p. 173.