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Proverbios 9:10
“El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, Y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia.”
¡Qué arrogancia decirle a alguien que es un tonto! Cuánto más arrogante, si ese hombre es un científico altamente educado y calificado, con una serie de licenciaturas y doctorados a su nombre. Tal hombre podría pensar que tiene el derecho de formular observaciones sobre la existencia, o más bien la no-existencia de Dios, y que su superioridad intelectual sería suficiente para convencer a sus oyentes.
Sabemos de bastantes científicos – hombres y mujeres- que encajarían con la descripción dada. Y, sin embargo, la definición de la Biblia de insensatez no coloca esta cualidad negativa en oposición a la inteligencia. En su lugar, la necedad es lo contrario de la sabiduría.
La sabiduría no es demostrablemente lo mismo que la inteligencia. Es posible -y, yo diría, común – que un científico muy inteligente sea insensato. La Biblia nos dice en Romanos 1:20, que los atributos invisibles de Dios han sido claramente visibles desde la creación del mundo. Este versículo afirma que quienes rechazan a Dios están, por lo tanto, sin excusa.
Dice el proverbio- “El temor del Señor es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del santísimo es la inteligencia”. Observe que el temor del Señor no es el final de la sabiduría. Todavía queda mucho por descubrir, y un sabio se volverá más sabio, cuando estudia la palabra de Dios y descubre más acerca de él. También, tenga en cuenta que la comprensión no se obtiene solo por conocer acerca del Santo. La comprensión y la sabiduría se obtienen por conocer a Dios personalmente. La inteligencia es buena. El desarrollo intelectual es bueno. Pero, conocer a Dios es de suprema importancia.
Señor Dios, quiero conocerte más y más. Al igual que Salomón, pido que me concedas sabiduría, para llevar a cabo todo el trabajo que has elegido para mí. Amén.
Ref: Romanos 1:20, Proverbios 9:10. Imagen: Adobe Stock Photos, con licencia de autor.