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Joel 1:17
“El grano se pudrió debajo de los terrones; los graneros fueron asolados y los silos destruidos porque se había secado el trigo”.
Si no fuere por los hongos, habría tantos árboles muertos sin descomposición que no habría lugar sobre la tierra para que nada más crezca. Pero los hongos no sólo reciclan árboles muertos. Sino que éstos en primer lugar ayudan a que los árboles de hecho crezcan.
Los hongos que vemos son meramente parte del hongo que produce la fruta. La mayoría del hongo no se ve. Si usted pelara la corteza de un árbol en descomposición podrá ver tejido blanco llamado micelio. Esa es la parte principal de la planta del hongo. Muchas especies de hongos combinan sus esfuerzos para ayudar a que crezcan los árboles. Su micelio forma una vaina alrededor de las raíces del árbol que ayudan a suministrar agua y nutrientes. A cambio, reciben un exceso de azúcar producido por el árbol. Esta relación es tan cercana que tanto el hongo como el árbol dependen el uno del otro. Por ejemplo, los investigadores estiman que el Abeto de Douglas tiene alrededor de 1000 especies de hongos que trabajan juntas para su apoyo. El hongo inclusive formará redes de micelio bajo tierra para mover nutrientes entre diferentes tipos de árboles.
Evidentemente Dios ha diseñado una asociación bien balanceada entre árboles y hongos para su mutua sobrevivencia. En el Antiguo Testamento, Dios castigó a Su pueblo a través de la pérdida de sus cultivos. ¿Acaso es posible que Él haya inclinado el fino balance de otras asociaciones para realizar Sus deseos?
Prayer:
Padre, gracias por la belleza de los árboles, y por el madero sobre el cual nuestro Señor murió para quitar nuestros pecados. Amén.
Notes:
Discover, 2005, pp. 48-53, Greg Mueller, “Dr. Mushroom.”