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Santiago 5:16
“…orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho”.
Tomemos hoy un momento para mirar el increíble sistema de nuestro cuerpo para repararse a sí mismo. Supongamos que accidentalmente se corta un dedo. Casi instantáneamente, una serie de pasos precisamente ordenados empieza a reparar su dedo.
Primero la sangre debe parar. Mientras se forma la costra sobre la superficie de la herida, la sangre abajo está haciendo otro tipo de coágulo de plaquetas de sangre y proteína. Al parar la sangre, su cuerpo incrementa el flujo de sangre enriquecido con células blancas de sangre. Estas no solo buscan y matan gérmenes, sino que limpian la herida de tejidos celulares dañados. Las células de piel empiezan a incrementar el ritmo en el cual hacen nuevas células a fin de cubrir el corte con piel nueva. Por debajo, células llamadas fibroblastos llenan la herida para fortalecer el nuevo tejido blando, y se contrae para estimular a la herida a que se cierre. Ahora los vasos de sangre y nervios completan sus reparaciones mientras los fibroblastos se posesionan a lo largo de las líneas de tensión para prevenir futuros daños.
La inteligencia del orden en el cual los pasos para sanar toman lugar, así como la bioquímica avanzada involucrada en hacer que estos pasos se den, hace que la cura de un corte de dedo sea tan milagroso como cuando Jesús sanó el oído del sumo sacerdote. ¡La sanidad es claramente Su hechura, sea que suceda lenta o instantáneamente!
Oración: Amado Padre, Te confieso que a menudo estoy muy ocupado para notar cuan evidente Tu obra es a mí alrededor. Abre mis ojos a Tu actividad e incrementa mi fe. En nombre de Cristo Jesús. Amén.
Ref: “How a Wound Mends.” Science Digest, May 1983, p. 86. Photo: Hand abrasion 32 minutes after injury.
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