Génesis 1:26
“Entonces dijo Dios:‘Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y tenga potestad sobre los peces del mar, las aves de los cielos y las bestias, sobre toda la tierra y sobre todo animal que se arrastra sobre la tierra’”.

Como los dinosaurios, las ballenas son criaturas inmensas y maravillosas cuyo puro tamaño y majestad glorifican al Creador.  Algunas ballenas son aún más grandes de lo que fueron ninguno de los dinosaurios.

Las ballenas fueron cazadas durante generaciones para procesar una variedad de productos.  No fue sino hasta que casi fueron cazadas hasta su extinción que los gobiernos empezaron a trabajar para prevenir que esto suceda.  Mucho de la caza era justificado en base que las ballenas eran asesinas brutales.  Luego que esa percepción acerca de las ballenas se comprobó que era equivocada, el péndulo osciló hacia el otro lado.  Como resultado, el público, e incluso muchos científicos, empezaron a romantizar a las ballenas.  Fueron presentadas al público como gigantes gentiles y benévolos.  Se puso de moda hablar de la ballena como una criatura inteligente, que rivaliza y tal vez sobrepasa a los humanos. Ahora una investigación más objetiva en cuanto al comportamiento de la ballena muestra que las ballenas, aunque son criaturas magníficas, no son más que animales salvajes.

Los investigadores han aprendido que si bien es cierto, las ballenas pueden ser gentiles, también pueden ser terriblemente violentas.  Se han documentado a los machos en batallas cruentas por la atención de las hembras.  A veces, tanto como diez machos están involucrados en una libre competencia.  Sus tácticas de lucha incluyen el atacarse el uno al otro con toda la fuerza de sus cuerpos de 40 toneladas.  Así también, las ballenas no son muy leales.  Los machos se aparean con varias hembras.  Y aún Peor, estos atacan a las hembras para forzarlas a aparearse.

Distinto a los humanos, las ballenas son animales, y solo los humanos fueron creados para tener una relación íntima con su Creador.

Prayer:
Te agradezco, amado Padre celestial, por crear aquellas maravillosas criaturas, las ballenas. Ayuda a que mi vida muestre que yo realmente fui hecho para tener una relación contigo a través del perdón de los pecados que ha sido ganado para mí a través del sufrimiento inocente y muerte de Tu Hijo, Jesucristo. Amén.

Notes:
Carpenter, Betsy, with Karen F. Schmidt. 1992. “Whales.” U.S. News & World Report, July 13. p. 58.

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