En el principio creó Dios los cielos y la tierra.
Génesis 1:1-2
“Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.”
Muchas personas son conscientes de que los astrofísicos evolutivos creen que la Tierra entró en existencia hace 4.5 billones de años. La formación de este trozo de roca del tamaño de un planeta supuestamente ocurrió por acreción gravitacional del polvo que previamente se había arremolinado alrededor del Sol. Un grano de polvo atraería a otro. Gradualmente, una masa atraería a otro. Esto se repetiría hasta que un objeto del tamaño de un planeta, apareciera.
Hay dos problemas principales en este escenario, aparte del hecho de que la Biblia no lo describe así. Primero, ¿por qué las partículas de polvo o piedras pequeñas se unirían por gravedad? ¿Si esto fuera algo normal, entonces ¿por qué no sucedió posteriormente en el cinturón de asteroides? El segundo problema es que incluso si tal acreción fuera posible, solo produciría un trozo de roca amorfa del tamaño de un planeta. Pero la Tierra tiene estructura, con una corteza sólida, un manto semifundido y un núcleo interno y externo fundido.
Entonces, los astrofísicos evolutivos suponen que hace unos 3.900 millones de años, otro planeta, del tamaño de Marte, se estrelló contra la Tierra y se evaporó. Esto causó que la Tierra se derritiera para que pudiera reiniciarse en el orden “correcto”. Aunque este modelo es mucho más sofisticado que esta versión simplificada – todavía parece ser algo imprevisto – una historia inventada para intentar explicar lo inexplicable.
En contraste, la Biblia nos dice que la Tierra fue una creación directa por Dios y que el resto del Sistema Solar – y, de hecho, el resto del Universo – se formaron tres días después, nuevamente como un acto creativo directo de Dios.
Oración: Te damos todo el honor y toda la gloria, Señor, por crear este Universo, de la forma en que quisiste. Amén.
Ref: Dalrymple, G. Brent (2001). “La edad de la tierra en el siglo XX: un problema (en su mayoría) resuelto”. Publicaciones especiales, la Sociedad Geológica de Londres. 190 (1): 205-221. Imagen: NASA, de dominio público.
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