Lucas 8:14
“La parte que cayó entre espinos son los que oyen, pero, con el correr del tiempo, los ahogan las preocupaciones, las riquezas y los placeres de esta vida, y no maduran”.

En 1805, cuando Lewis y Clark cruzaron la División Continental, vieron a los Indios Norte Americanos preparando las grandes raíces de una planta para cocinarlas.  Lewis escribe que pidió probar un poco de la raíz.  Fue probablemente con algún sentido de asombro que los indios, que cocinan la raíz antes de comerla, le entregaron a Lewis la raíz cruda – que inmediatamente luego de probarla le puso el nombre de raíz amarga.

La puntual raíz amarga El nombre latino para raíz amarga significa resurrección, porque verdaderamente parece como que la planta de la raíz amarga regresa a la vida de la muerte.  La raíz amarga crece en áreas rocosas donde la tierra es delgada y anémica.  Bajo estas condiciones la planta ni siquiera puede sostener unas pocas hojas al mismo tiempo en que florece.  Así que las hojas aparecen temprano en la primavera para hacer alimento para almacenar en una gran raíz.  Una vez que hay suficiente energía almacenada, las hojas se marchitan y aparecen retoños de flores.

Si la raíz amarga se desarrolló de otra planta, ¿Cómo sobrevivió en condiciones tan difíciles hasta que se adapte a ellas?  Y si su desarrollo era sólo el resultado de una mutación accidental, ¿cómo desarrolló en el preciso momento que permite que florezca sólo después de que se ha almacenado suficiente energía, incluyendo la energía de las hojas gastadas?

La raíz amarga es otro ejemplo que sólo nuestro Creador puede dar vida y proveer para las necesidades de Su creación  y a menudo en su particular forma exclusiva.  ¡Aún cuando llegó la muerte a la raza humana porque le desobedecimos, Él preparó vida que podría sobrellevar la muerte a través de la muerte redentora y la resurrección de Su Hijo, Cristo Jesús!

Prayer:
Amado Padre, no permitas que esté tan sobrecogido por las preocupaciones de esta vida que me olvide sobre la vida eterna que Tú has preparado para mí a través de tu Hijo, Cristo Jesús. En Su Nombre. Amén.

Notes:
Keithley, W.E. 1989. Bitterroot. Creation Research Society Quarterly, vol. 26, Sept. p. 53.

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