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1 Pedro 1:2
“…elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.”
¿Alguna vez se ha preguntado por qué las células sanguíneas rojas tienen un aspecto de discos que tienen una concavidad hacia el centro? Más aún, ¿es esta forma distintiva un elemento de diseño o es el producto de millones de años de mutaciones y selección natural?
Alan Gillen, Creacionista y Biólogo presenta un caso fuerte por el diseño en su libro acertadamente llamado Cuerpo por Diseño. Según el Dr. Gillen, los científicos utilizaron procesadores de computadoras de IBM para determinar la forma ideal para una célula cuya función es transportar oxígeno a las células y llevarse los productos de desecho. Ellos descubrieron que la forma bicóncava de las células de sangre rojas permite el máximo contacto de superficie de la hemoglobina que transporta oxígeno con las células. Esto facilita el intercambio bidireccional de los gases en la sangre.
También señala que esta forma les da a los glóbulos rojos flexibilidad y elasticidad, para poder plegarse cuando fluye a través de capilares sanguíneos estrechos. Además, tienen bordes suaves redondeados que reducen la cantidad de fricción al correr por las venas, arterias y capilares.
Ahora, ¿qué hubiera pasado si en el primer intento la evolución producía glóbulos rojos en forma de cubos y tenían bordes delgados y afilados? ¿Qué hubiera pasado si las células no hubieran tenido su forma bicóncava distintiva? Obviamente, las células de la sangre tuvieron que ser diseñadas correctamente la primera vez o de lo contrario habría muerto el organismo vivo.
Y ya que estamos en el tema, intente preguntar a un evolucionista ¿que evolucionó primero: la sangre, el corazón o el sistema circulatorio con sus venas, arterias y capilares? Una vez más, Dios tuvo que haber creado a todos ellos al mismo tiempo.
Prayer:
Padre Celestial, mientras que la sangre es necesaria para la vida, la sangre de Jesús es derramada por nuestros pecados y hace posible que nosotros tengamos la vida eterna. En el nombre de Jesús. Amén.
Notes:
Alan L. Gillen, Cuerpo por diseño, p. 76 (Master Libros, Séptima Impresión, 2011). Foto: Micrografía electrónica de glóbulos rojos. (PD)