Mateo 6:26
“Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y, sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?”

 Todos los sapos no son gordos y feos.  El sapo dorado, que sólo vive en unas pocas millas cuadradas del bosque nuboso de Costa Rica, es un sapo delgado y esbelto de un color naranja brillante y chillón.

El sapo dorado ofrece aún más sorpresas.  Luego de la primera lluvia fuerte del año, alrededor de 20 a 30 machos se congregan alrededor de la piscina de agua.  Ellos se paran inmóviles, esperando que la primera hembra llegue.  Dentro de poco, las hembras empiezan a llegar, y después de una semana o más la entera población de sapos dorados, ahora por los miles, desaparecen de vuelta a la selva para permanecer casi invisibles por otro año.

Esta estrategia de apareamiento demuestra muchísima sabiduría y entendimiento y asegura que haya suficientes sapos dorados en la próxima generación.  Los sapos tienen muchos enemigos en la selva pero todos juntándose al mismo tiempo pueden producir muchos más críos de lo que sus predadores puedan victimizar en una sola semana.

Usted no tiene que ser un graduado de Universidad para saber que los sapos son incapaces de planificación y habilidad de cambiar sus naturalezas físicas necesarias para llevar a cabo esta estrategia.  Los evolucionistas dirían que nadie pensó en esta estrategia.  Pero la respuesta clara es que hay un Creador y Él se preocupa por todas Su criaturas.

Oración: Amado Padre, ni un gorrión cae del cielo sin Tu conocimiento y propósito.  Ni siquiera los sapos carecen de Tu cuidado.  Ayúdame a recordar Tu cuidado cuando me encuentro ansioso por las preocupaciones de la vida.  En nombre de Cristo Jesús.  Amén.

Ref: Discover – May 1985, p.48. Foto: Sapo dorado macho. (Photo: Male golden toad.) (PD)

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