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Ester 1:11
“que trajesen a la reina Vasti a la presencia del rey con la corona regia, para mostrar a los pueblos y a los príncipes su belleza; porque era hermosa”.
En italiano, su nombre significa mujer hermosa. La planta belladona primero recibió este nombre porque fue usada para hacer colirios para las mujeres en la antigua Roma. La belladona hacía que las mujeres parecieran más seductoras al dilatar las pupilas de sus ojos.
Hoy en día, la planta a menudo se llama la dulcamara mortal, y sin duda hace honor a ese nombre. La dulcamara mortal es una de las plantas venenosas más conocidas. Es especialmente peligrosa porque sus relucientes bayas negras son tentadoras para los niños. Pero también pueden ser mortales para un adulto que tontamente consume tan sólo dos de las bayas. El ingerir incluso una hoja puede matar a un adulto, pero las raíces son las partes más mortíferas de todas.
La dulcamara mortal es una de un grupo de plantas alucinógenas que se sabe producen una sensación de vuelo. Según el libro De Los Secretos Del Mundo Natural, “Se creía que las brujas utilizaron [las] plantas en sus pócimas, lo cual puede explicar por qué las brujas son típicamente retratadas volando a través del cielo nocturno”.
Momentos de la Creación cree que la dulcamara mortal representa una colaboración de clases entre Dios y Adán. Dios creó originalmente la planta con bayas que podían ser comidas sin que hagan ningún daño. Después de todo, Dios llamó a su creación “muy buena”. Pero después de que Adán tomó ese fatídico mordisco del fruto prohibido, Dios maldijo a la tierra. Esto es cuando creemos que la química de la inofensiva belladona fue transformada en una planta que puede matar con una mordedura.
Prayer:
Padre Celestial, gracias por contarnos en la Biblia cómo la muerte y el sufrimiento entró al mundo, de manera que podemos saber que no eran parte de Tu creación original. En el nombre de Jesús. Amén.
Notes:
Secretos del Mundo Natural (Reader’s Digest/Dorling Kindersley, 1993), pág. 122. Foto: Bayas de la dulcamara mortal. Cortesía de Karelj. (CC-BY-SA 3.0)
