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Génesis 3:7
“Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.”
Cuando Adán y Eva comieron del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, la Biblia dice- “Entonces fueron abiertos los ojos de ambos.” Se les dio un mandamiento. Tan sólo un mandamiento – que ellos no deberían comer del fruto de ese árbol. ¿Por qué se les da ese mandamiento? En su novela, Perelandra, C.S. Lewis sugiere – acertadamente, en mi opinión – que el mandamiento fue dado simplemente para que pudieran obedecerlo. Yo no creo que esto socava la importante doctrina de la Soberanía de Dios que dice que para que la obediencia sea significativa, debe haber la posibilidad de la desobediencia.
La apertura de los ojos implica que se dieron cuenta de lo que había hecho. Ahora bien, deben haber sido previamente conscientes de que no llevaban ropa. Pero, en Génesis 2:25 dice que estaban desnudos y no se avergonzaban antes de su pecado. Esto implica que ahora su desnudez les trae vergüenza, mientras que cuando eran inocentes y carecían de ropa, no tenían vergüenza. Ahora que eran pecadores, no simplemente estaban sin ropa. Sino, que estaban desnudos y avergonzados.
Su primera reacción a esta desnudez fue hacer ellos mismos, delantales cosidos de hojas de higuera. Esta fue su propia acción. Por sus propias obras, ellos esperaban sentirse bien con Dios. Por supuesto, ellos mismos, pronto descubrieron que este intento no funcionaría. La importante lección que Adán y Eva aprendieron aquí es que ninguno de nosotros podemos cubrir nuestro propio pecado.
Oración: Señor, como la iglesia en Laodicea, muy a menudo no nos damos cuenta, que nosotros somos condenados, miserables, pobres, ciegos y desnudos, y que necesitamos ser revestidos en las prendas blancas que sólo Tú nos puedes proporcionar. Amén.
Ref: Morris, H. (1976), El Registro del Génesis (Grand Rapids, MI: Baker), p. 115. Imagen: Fig tree, Wikimedia Commons, CC BY-SA 2.0.
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