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Génesis 8:22
“Mientras la tierra permanezca no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor,
el verano y el invierno, el día y la noche”.
Nuestro sol, aunque notablemente estable en cuanto a estrellas se refiere, sigue un ciclo de actividad de once años. Cada once años la superficie del sol es desgarrada por tormentas solares. Estas tormentas pueden enviar una explosión caliente de partículas a la tierra a un millón de millas por hora. Cuando golpean la Tierra, estas partículas pueden interrumpir comunicaciones radiales y sistemas eléctricos. Durante este pico, el campo magnético del sol está más fuerte.
Cinco años y medio después, el sol está relativamente quieto. Durante este periodo de quietud, el campo magnético del sol está en su punto más débil. Como resultado, la atmósfera del sol desarrolla agujeros. Estas aberturas, llamados agujeros coronales, expulsan protones y electrones al espacio a dos millones de millas por hora. Hoy en día, dos climatólogos han recolectado datos que indican que durante este periodo, el sol puede activamente refrescar la Tierra. Ellos estudiaron 20 años de datos de temperatura de satélites climatológicos y encontraron que la temperatura promedio de la tierra fue más baja cuando el sol tenía más y más grandes agujeros coronales. En 1995 la superficie del sol estaba cubierta de agujeros coronales y la atmósfera más baja de la Tierra tenía un promedio de dos grados más fresco que cuando el sol se encontraba más activo. Ellos teorizan que algunas de las partículas que son expulsadas por el sol entran a la atmósfera y sirven como núcleo para gotas de agua, incrementando la formación de nubes y refrescando la atmósfera inferior.
Aunque tenemos mucho que aprender del sol, podemos agradecer a un Creador amoroso por darnos un sol excepcionalmente estable que sostiene la vida.
Oración: Amado Padre, Te agradezco por Tu promesa de estaciones estables. Amén.
Ref: Discover, 7/00, “Hot Blast of Cold Weather”. Foto: El disco solar con un agujero coronal. Cortesía de la NASA. (PD)
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