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Génesis 2:7
“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, sopló en su nariz aliento de vida y fue el hombre un ser viviente”.
El aire que respiramos siempre ha estado lleno de partículas de polvo. Y sea que éste sea polvo que sopla de la tierra, partículas de humo o diminutas partículas de tela, inclusive papel en la casa, estas partículas llegan a los pulmones.
En Su sabiduría, nuestro Creador nos ha provisto con diminutas, pero efectivas “aspiradoras” en nuestros pulmones que coleccionan y remueven las partículas que entran en los pulmones. Estas células “aspiradoras” son en realidad un tipo específico de macrófago. Funcionan en la parte más profunda del pulmón, saliendo con extensiones tubulares para absorber cualquier partícula de una forma bastante parecida a la forma en que come una ameba. Esta “aspiradora” esencialmente come las partículas que encuentra y cada una de estas células “aspiradoras” puede limpiar un área cuarenta veces su propio tamaño.
Los científicos dicen que todavía no entienden completamente si es que ciertas partículas, como los metales altamente venenosos, afectan el funcionamiento de estas células. Ellos sospechan que ciertas partículas pueden impedir que estas “aspiradoras” realicen su trabajo efectivamente.
Aunque la ciencia ha conocido acerca de macrófagos por más de un siglo, los científicos recién están empezando a aprender como estas células en realidad limpian los pulmones. Podemos estar muy agradecidos que tenemos un Creador que no solo es lo suficientemente ingenioso para haber pensado en nuestra necesidad, sino que es lo suficientemente sabio como para saber como diseñar una solución.
Prayer:
Amado Padre, Te agradezco que Tú has creado tantos mecanismos para ayudar a mantener mi cuerpo saludable. Ayúdame a ser tan cuidadoso por mi salud como eres Tu, para que pueda disfrutar de la vida que me has dado y estar en mejor condición para servirte. En nombre de Cristo Jesús. Amén.
Notes:
“A Vacuum Cleaner mops up in Your Lungs,” Sci/Di – December 1978, pp. 73-74.