Salmos 111:2
“Grandes son las obras de Jehová, buscadas de todos los que las quieren”.

¿Cuál estructura corporal es un poderoso generador de emociones, que le da un sentido de dirección y le sirve como un cañón todo a la misma vez?  ¡Es su nariz, por supuesto!  Es de conocimiento común que sin nuestras narices el olor de las rosas no nos podría dar gozo,  ni tendría ningún sabor nuestra comida.  Menos conocido es el hecho de que nuestras narices están directamente conectadas al sistema límbico del cerebro.  Su sistema límbico tiene un rol central en generar y controlar las emociones.  Esta es la razón por la cual ciertos olores pueden levantar fuertes memorias emocionales en nosotros.

La nariz está diseñada para filtrar y agarrar partículas que no deben entrar en los pulmones.  Cuando una partícula es tomada por su nariz, es enredada por el tejido dentro de su pasaje nasal.  Luego, este tejido altamente especial decide el mejor método de deshacerse del material extraño.  Si una bacteria es identificada, su nariz empieza a arrancarla, bañando a la bacteria en poderosos químicos que disuelven la mayoría de estas.  ¡Si las partículas son más grandes, como polen, se activa un estornudo que puede expulsar partículas a velocidades de más de 100 millas (161 kilómetros) por hora!

Tal vez la habilidad más asombrosa asociada con la nariz es su habilidad de actuar como un compás.  Los seres humanos tienen una pequeña cantidad de hierro en la parte ósea de la nariz entre los ojos.  ¡Experimentos científicos han demostrado que tenemos una habilidad, aunque no infalible, que puede sentir la dirección que es influenciada por campos magnéticos!

El Creador hizo su nariz multi-propósito no sólo para añadir algo de placer a la vida sino también para ayudar a proteger su salud.

Oración: Padre, te agradezco que igual que como Tú enriqueces nuestras vidas terrenales con belleza y olores dulces, así también quedamos enriquecidos en esta vida por los regalos de Tu gracia perdonadora para nosotros a través de nuestro Señor Cristo Jesús.  Amén.

REF.: McCutcheon, Marc. 1989. The Compass in Your Nose . . . Los Angeles: Jeremy P. Tarcher, Inc. p. 95. Foto: Woman’s nose, Envato.

 

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