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Mateo 8:22
“Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos”.
En los Evangelios, un discípulo dos veces le pide a Jesús, permiso para ausentarse para poder enterrar a su padre. En cada caso Jesús le dice al discípulo que dejen que los muertos entierren a sus muertos.
Esto había sido descrito como uno de los dichos duros de Jesús, ya que sugiere que un hijo debe seguir a Jesús en vez de honrar a su padre. El pasaje por lo general se lo explica sugiriendo que son los espiritualmente muertos los que debe enterrar a los físicamente muertos, esto es aquellos que no están siguiendo a Jesús. Sin embargo, esta explicación todavía no explica el aparente consejo de romper el mandamiento acerca de honrar a nuestros padres.
Una mejor explicación se ofrece en un artículo en Archaeology and Biblical Research (Investigación arqueológica y bíblica). El Arqueólogo Gordon Franz explica las prácticas judías de sepultura en los tiempos de Jesús. Al morir, el cuerpo sería puesto en la cueva de sepultura familiar. Después de un año, el cuerpo se habría descompuesto. Entonces el acto final de duelo se llevaría a cabo. Los huesos eran puestos en un baúl en lo que se llamaba un entierro secundario. Según los rabíes, la descomposición de la carne era la expiación final por el pecado de una persona. Una vez que esta expiación se daba, lo huesos finalmente eran llevados a la tumba.
Franz dice que era este entierro secundario para lo cual los discípulos querían permiso. La referencia de Jesús de que los muertos entierren a los muertos era una referencia a los otros cuerpos en la cueva de entierro. Él estaba enseñando que la enseñanza de los rabíes acerca de la expiación estaba equivocada. La expiación tan solo se encuentra en la obra salvadora de Cristo Jesús – mensaje que los discípulos debían estar proclamando.
Prayer:
Te agradezco, Señor Jesús, que en Tu inocente sufrimiento y muerte Hiciste una expiación total y completa por mi pecado. Equípame para poder contarles mejor a otros que Tú has hecho nuestra paz con Dios y permite que mi vida refleje Tu amor. Amén.
Notes:
Franz, Gordon. 1992. Let the dead bury their own dead. Archaeology and Biblical Research, v. 5, n. 2, Spring. p. 55.