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Génesis 1:16
“E hizo Dios las dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor para que señoreara en el día, y la lumbrera menor para que señoreara en la noche; e hizo también las estrellas”.
Digamos que usted visita a una amiga inesperadamente, y la encuentra a un extremo de la cocina con un trapeador en sus manos. Tres cuartos del piso de la cocina está mojado. Este retrato le provee con un tipo de reloj. Usted sabe que ella ha estado trapeando el piso de la cocina durante un tiempo y ya casi termina.
Es muy similar en el espacio. Hay una gran cantidad de polvo entre la tierra y la luna, todos los otros planetas y el sol. Sin embargo, usted no tendrá que enviar a su amiga con un trapeador para limpiarlo, porque el sol y los planetas lentamente barren este polvo del espacio. Si alguna vez usted ha visto un meteoro o una “estrella fugaz” pasar por el cielo nocturno, el rastro brillante probablemente fue hecho por una partícula no más grande que un grano de arena. La tierra estaba haciendo lo suyo en el trabajo de continua limpieza del sistema solar. ¡Si algo de este polvo espacial realmente termina en nuestros hogares!
A diferencia de lo que a menudo parece ser verdad en nuestros hogares, hay un suministro limitado de polvo en el espacio. Sin embargo, todavía es una gran cantidad. Como el piso de la cocina de su amiga, podríamos tener una idea de cuanto tiempo han estado presentes la tierra, el sol y los otros planetas al descubrir cuanto de ese polvo ya ha sido limpiado. ¡De acuerdo a las propias cifras de los científicos, nuestra tierra y el resto del sistema solar no podrían haber estado presentes más de 10.000 años!
Esto es tal misterio para los científicos que creen que las cosas tienen billones de años que algunos incluso ha sugerido que este polvo no sigue las leyes de la física. ¡Sin embargo, este no es ningún misterio para aquellos de nosotros que sabemos que la Biblia provee sólo alrededor de 6.000 años para la historia de la tierra – y por lo tanto sólo 6.000 años de servicio de limpieza de polvo espacial!
Prayer:
Amado Padre, ayúdame a entender y creer todo lo que Tú me dices en Tu Palabra, ya que aquí es donde aprendo del perdón de mis pecados en Tu Hijo, Mi Señor y Salvador Cristo Jesús. En Su Nombre. Amén.
Notes:
Ackerman, Paul D. 1986. It’s a Young World After All. Grand Rapids, MI: Baker Book House. pp. 29-40.
