Proverbios 9:10
“El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia.”

Mientras escribía este guion, estaba escuchando la Sinfonía número 8 en Do menor de Herschel. Sí, el escribió sinfonías y fue un consumado compositor de música para orquesta, órgano, instrumentos solistas y coro, además de un organista muy hábil.

Sin embargo, William Herschel era mucho más conocido como astrónomo. Nacido en Hannover, Alemania, en 1738, y se trasladó a Inglaterra en 1757 a la edad de 19 años. Construyó su primer gran telescopio en 1774 y comenzó a trabajar, catalogando meticulosamente el cielo. Estaba particularmente interesado en las estrellas dobles e hizo un trabajo considerable sobre este tema. Fue en marzo de 1781 cuando descubrió un nuevo objeto en forma de disco y pensó, al principio, que debía ser un cometa. Sin embargo, las observaciones posteriores y la correspondencia con otros científicos, finalmente persuadieron a todos de que Herschel fue la primera persona desde la antigüedad en descubrir un nuevo planeta, al que llamó Urano, en honor al dios mitológico griego del cielo.

Herschel pudo hacer sus descubrimientos porque esperaba que el universo mostrara orden y lógica. Esto se debió a su fe cristiana. El universo fue diseñado por Dios, y Él es un Dios de orden, por lo que era lógico suponer que se podían realizar mediciones y observaciones ordenadas. La madurez de la fe de Herschel se puede comprobar en la correspondencia que mantuvo con su hermano en Hannover, que se dedicó con frecuencia a cuestiones teológicas.

Uno de los dichos favoritos de Herschel resumía su creencia: “¡El astrónomo sin devoción debe estar loco!”

Oración: Gracias Señor, por la sabiduría y la inteligencia que diste a los grandes hombres en el pasado. Ayúdanos a recordar que el temor del Señor es el principio de la sabiduría. Amén.

Ref: Lamont, A. (2000), Great Creation Scientists: Sir William Herschel (1738–1822), Creation 22, no 3 (junio de 2000): 24-27. Imagen: Retrato de Lemuel Francis Abbot, 1785, imagen de Dominio Público.

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