Isaías 28:5
“Aquel día, Jehová de los ejércitos será por corona de gloria y diadema de hermosura para el resto de su pueblo”.

En 1835, cuando los científicos vieron por primera vez al colibrí más inusual del Perú, quedaron tan anonadados por su belleza que le dieron el nombre “Maravilloso”.

La pequeña ave obsequia al ojo un festín de plumas iridiscentes verdes, amarillas y anaranjadas.  Pero su característica más inusual es su cola.  Mientras que la mayoría de aves tienen entre ocho y doce plumas en su cola, el colibrí Maravilloso tiene solo cuatro.  Dos de ellas son plumas largas, puntiagudas como espinos que no parecen ayudar mucho en volar o aterrizar.  Las otras dos plumas son verdaderamente maravillosas.  Tienen un largo de 15 centímetros, tres veces el largo del cuerpo de 5 centímetros del ave.  Al final de estas dos plumas largas y angostas se encuentran grandes abanicos de plumas que son casi igual a la superficie del área de sus alas.

Asombrosamente, el colibrí Maravilloso tiene completo control de estas plumas.  Cuando descansa, el ave posa con estas dos plumas que cuelgan a unos 2.5 centímetros de su cuerpo, y luego cruzándolas hasta que quedan horizontales.  En vuelo y aterrizaje proveen una maniobrabilidad admirable.  Durante su apareamiento, el colibrí las mueve como semáforos.  Interesantemente, los evolucionistas admiten que quedan perplejos del por qué estas plumas inusuales debían haber evolucionado.
 
Una mirada a nuestra creación claramente muestra que nuestro Creador aprecia la belleza.  Pero incluso el hermoso colibrí Maravilloso no es más que un indicio pobre y nubloso de la belleza de nuestro Creador Mismo.

Prayer:
Amado Padre, ayúdame a tratar la belleza que Tú has creado como Tú quisieras que lo haga. Déjame estar lleno de gratitud a Ti por ellos, y deja que me recuerde que Tú eres la fuente de todo lo que es verdaderamente bello. En Nombre de Cristo Jesús. Amén.

Notes:
Crawford H. Greenewalt, “The Marvelous Hummingbird Rediscovered,” National Geographic, Vol.130, NO.1, July, 1966, pp.98-101.

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