2 Samuel 17:29
“… miel, cuajada, ovejas, y queso de vaca, para que comieran David y el pueblo que estaba con él, pues decían: El pueblo está hambriento, cansado y sediento en el desierto.»”.
De niño, a menudo reflexionaba sobre esta profunda pregunta que tiene las ramificaciones históricas y culturales más profundas. ¿Quién fue la primera persona que vio la sustancia sólida en la superficie de un recipiente de leche cortada y que dijo: “Eso sería sabroso, comido con una galletita de sal”? Pero, la respuesta a la pregunta no me habría impedido hacer lo mismo. Siempre me ha encantado el queso. Me encantan los quesos ingleses duros, los quesos franceses blandos, y me encantan los quesos azules, especialmente ese rey entre los quesos – el Blue Stilton.
Fue una sorpresa descubrir que se mencionara el queso en la Biblia. La referencia de Job 10:10 no es particularmente halagadora para el producto, ya que Job se queja a Dios- ¿No me derramaste como leche, y como queso me cuajaste?; pero en 2 Samuel 17:29, encontramos al queso como parte de una lista de buenos alimentos proporcionados a David y sus seguidores.
El queso conserva esencialmente muchos de los nutrientes importantes de la leche, pero en una forma mucho más concentrada y con una vida útil más larga; por lo tanto, se puede ver su importancia particularmente en un mundo antes del desarrollo de la refrigeración, la conservación se logra mediante la conversión de azúcares de la leche en ácido láctico, esto se logra mediante la adición de cuajo, un material de los estómagos de los rumiantes que es rico en enzimas.
La existencia del queso es un testimonio de la forma en que Dios ha dotado a la humanidad de ingenio e inventiva para que podamos tener dominio sobre el mundo que Él ha hecho.
Oración: Gracias Señor, por Tu maravillosa provisión para nosotros y por las habilidades creativas con las que nos has bendecido. Amén.
Ref: Enciclopedia Británica, < https://www.britannica.com/topic/cheese >, consultado el 28/4/2020. Imagen: CC0 – Designación de Dominio Público.
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