Job 12:9-11
“¿Cuál entre todos ellos no entiende que la mano de Jehová lo hizo? En su mano
está el alma de todo viviente y el hálito de todo el género humano. Ciertamente
el oído distingue las palabras y el paladar saborea las viandas.”

El Venus atrapamoscas es una de las plantas más fascinantes que alguna vez encontrará.  En la universidad yo tuve una Venus atrapamoscas a la cual de vez en cuando alimentaba con un bocado de hamburguesa de la cafetería de la universidad.  Un día un compañero me vio envolver cuidadosamente un bocado y me preguntó que iba a hacer con el.  Yo le explique que se lo llevaba a mi planta.  Él no quería creer que una planta comiera carne.  Bueno, él me miró fijamente con duda al yo poner el bocado de carne dentro de una de las hojas para soltar el gatillo.  Cuando la hoja se cerró sobre la carne, corrió del cuarto con absoluta incredulidad.

¿Alguna vez se ha preguntado cómo la hoja del Venus atrapamoscas puede cerrarse tan rápidamente sobre una mosca u otro bocado?  Les ha tomado algún tiempo a los científicos el entender como esto sucede.  Cuando los pelos disparadores se sueltan, las células en la capa exterior de la hoja crecen increíblemente rápido.  ¡La hoja que se cierra es en realidad el resultado de un crecimiento celular asombrosamente rápido!  Toma días para que las células por dentro de la hoja se alcancen.  Al hacerlo, las hojas se vuelven a abrir lentamente.

El extraño crecimiento de las células exteriores empieza por un impulso eléctrico producido cuando algo topa contra las células disparadoras dentro de la hoja.

El sistema complejo del Venus atrapamoscas son difíciles de explicar como el producto de una no inteligencia.  Estas son aún otro ejemplo de las posibles variaciones de un Creador infinitamente imaginativo.      
  

Prayer:
Padre, no hay ningún límite a Tu imaginación. Ayúdame a entender que tampoco hay límite para Tu amor por mi y por lo que Tu Hijo, Jesucristo, ha hecho por mí. En Su Nombre oro. Amén.

Notes:
How plants manage to move. Science Digest, Aug., 1983. p. 89.

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