Levítico 6:12-13
“Y el fuego encendido sobre el altar no se apagará, sino que el sacerdote pondrá en él leña cada mañana, y acomodará el holocausto sobre él, y quemará sobre él las grosuras de los sacrificios de paz.  El fuego arderá continuamente en el altar; no se apagará.”

Cuando, cuando era niño, canté en el coro de una iglesia, y un himno que cantamos que se ha quedado grabado en mi mente más que ningún otro, es el himno de Charles Wesley “Oh Tú, que viniste de arriba”. Este es el único himno que conozco con una palabra de seis sílabas. El primer verso se refiere a Jesús impartiendo “fuego celestial”, y luego el segundo verso reza: “Que por tu gloria arda con un fuego inextinguible”.

Esto se refiere al fuego del sacrificio para los holocaustos registrados en Levítico 6. “Y el fuego encendido sobre el altar no se apagará, sino que el sacerdote pondrá en él leña cada mañana,”. Wesley nos recuerda que el único sacrificio que realizamos hoy es un sacrificio de alabanza porque Jesús ha cumplido completamente el sacrificio por el pecado.

El primer sacrificio mencionado en la Biblia es el realizado por Abel, que entregó a Dios el primogénito de su rebaño y las porciones de grasa. Pero, el mismo combustible que se usa para tal sacrificio, la madera, proviene de Dios mismo.

No es casualidad que el fuego mencionado en Levítico para el sacrificio sea un símbolo del Espíritu Santo, que el Padre nos ha dado como consejero. Génesis parece sugerir un origen de energía del Espíritu, mientras se cierne sobre las profundidades. Dentro de nosotros, Él nos lleva a adorar con ese fuego inextinguible.

Oración: Señor Dios, te pedimos que aceptes nuestro sacrificio de adoración, a ti Rey Celestial. Amén.

Ref.: Wesley, C., Oh Tú que viniste de arriba, < https://hymnary.org/text/o_thou_who_camest_from_above >, consultado el 3/11/2020. Imagen: Ilustración de la Biblia Holman de 1890, imagen de Dominio Público.

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