1 Pedro 5:7
“Echad toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”.

A veces escuchamos de una persona que se preocupa tanto acerca de algo que llegan a obsesionarse con temor.  Hablamos de alguien que se “preocupa hasta enfermarse”.

Ahora, un número de estudios han confirmado que la aflicción, la preocupación o el temor continuo pueden literalmente enfermarnos.  Aun los científicos están aprendiendo exactamente como esto sucede.  Un estado de preocupación, temor o aflicción causan cambios químicos en el cerebro, la glándula pituitaria y glándulas de adrenalina.  Estos cambios por último tienen el efecto de debilitar el sistema inmunológico que nos protege de la enfermedad.  Como resultado, un resfrío o gripe ambulante o incluso una infección de piel que podría ser fácilmente manejado por nuestro sistema inmunológico puede salirse de control.

El temor, la preocupación o la aflicción continua también pueden lisiar la habilidad de nuestro cuerpo de luchar contra el cáncer – algo que los científicos nos dicen que nuestros cuerpos están haciendo todo el tiempo.  Otros cambios en la química sanguínea durante estos periodos también pueden incrementar el riesgo de un derrame o un ataque al corazón.

Aunque la preocupación por las circunstancias no ayudarán en nada, si significa que hemos olvidado – o tal vez nunca entendimos – que Dios es quien está en control no nosotros.  Si, Él está en control de todo en este universo.  Mientras que Dios siempre quiere que aprendamos de las circunstancias, Él nos ama e incluso nos invita a echar todas nuestras aflicciones y preocupaciones sobre Él.

Prayer:
Amado Padre Celestial, yo confieso que a menudo me olvido de cuan íntimamente involucrado quieres estar. Incrementa mi fe para echar todas mis preocupaciones sobre Ti, y no tomarlas de nuevo sobre mí luego de poco tiempo. En nombre de Cristo Jesús. Amén.

Notes:
Gina Maranto, “Emotions: How They Affect Your Body,” Discover/November 1984, pp.35-38.

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