Hechos 7:49-50
“El cielo es mi trono y la tierra el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? –dice el Señor–; ¿O cuál es el lugar de mi reposo? ¿No hizo mi mano todas estas cosas?”

¿Alguna vez se ha preguntado por qué usted no se oxida?  Antes de reírse, recuerde – el hierro no sólo es una parte principal de su sangre, se utiliza para atraer el oxígeno que es llevado por su sangre al resto de su cuerpo.  Y usted sabe lo que sucede cuando el oxígeno se topa con el hierro de su auto o una herramienta que deja afuera durante la noche – ¡se oxida! ¿Así que, por qué no nos oxidamos?

¿Por qué usted no se oxida?Parte de la razón es que la estructura molecular de la hemoglobina está muy ingeniosamente diseñada para que el hierro en su hemoglobina atraiga oxígeno y lo sostenga, pero al mismo tiempo, previene que se oxide.  Hay muchos diseños que podría tener la hemoglobina – pero la estructura actual previene que se forme el óxido.  Aunque  200 billones de sus células rojas mueren cada día.  En estas células la hemoglobina ya no previene que el óxido se forme.  Así que su cuerpo recolecta hierro de estas células y lo almacena en diminutos contenedores protectivos hechos de ferritina proteínica, donde se previene que se combine con el oxígeno y se convierta en óxido.

En realidad, estos sistemas anti-óxido en el cuerpo pueden ir de mal en peor debido a un raro defecto genético llamado anemia bronce.  La gente que sufre de este defecto en realidad sí desarrolla depósitos de algo como óxido en sus cuerpos, y a veces este óxido en realidad decolora su piel.

La planificación cuidadosa y los sistemas intrínsicamente relacionados que hacen que la vida sea posible    hablan fuertemente de un Creador.  Con razón los descubrimientos en las ciencias biológicas han causado que algunos científicos dejen la evolución y vean la creación como una mejor explicación.

Prayer:
Amado Señor, todo lo que has hecho es excelente sin igual y hecho con gran entendimiento. Te pido que me des de tu sabiduría para mi vida. Amén.

Notes:
“Why don’t we rust?” Science Digest, May 1984. p. 88.

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